A menudo acostumbramos a estar centrados en cualquier cosa menos en nosotros, desoímos la voz de nuestra cabeza, no damos importancia a las señales que nos da nuestro cuerpo nos rebelamos contra nuestras voluntades y de tanto ignorarnos a nosotros mismos nos acabamos desconociendo.
Por suerte esta es una batalla perdida, porque lo único contra lo que el ser humano no se puede rebelar es contra si mismo.
Es importante y urgente volver a tomar contacto con nosotros, escuchar lo que realmente quiere nuestra cabeza (o corazón), qué nos pide, reflexionar sobre por qué somos como somos, en definitiva conocernos mejor antes de pretender conocer bien a los demás.
Si alguien está llevando a cabo esta guerra contra si mismo de la que hablo debe capitular inmediatamente, debe firmar un tratado de paz y reconciliarse.
Debemos retomar el contacto con nosotros mismos.