El miedo al fracaso es probablemente una de las causas principales que inhiben nuestra intención de cambiar.
Todos tenemos ilusiones, sueños y objetivos más o menos plausibles que desearíamos cumplir, pero la perspectiva de no conseguir aquéllo que intentamos es tan amenazadora para nuestra integridad personal que preferimos no actuar y “conservar nuestra dignidad intacta”.
¿En qué consiste el miedo al fracaso? Lo que nos paraliza no es el miedo a perder en si, tras este concepto se pueden encontrar una gran cantidad de temores que son en esencia los que configuran esta idea tan común: miedo a sentirse frustrado, miedo a que los demás nos valoren negativamente, miedo a no cumplir las expectativas, que nuestra autoestima se resienta.
Todos estos posibles miedos son los que nos cortan las alas y nos impiden realizar aquéllo que nos gustaría y en consecuencia preferimos quedarnos como estamos, sin asumir riesgos, sin sorpresas inesperadas, sin posibilidad de perder. Cómodos y seguros en nuestra madriguera.
Aún así siempre queda en nuestras mentes el germen de la duda: ¿Qué hubiera pasado si lo hubiera hecho? ¿Y si hubiera salido bien? Es en ese momento cuando nuestro aparente confort se derrumba y podemos pensar que somos unos cobardes, que nunca conseguiremos nada y nos sentimos perdidos y tristes.
¿Cuáles son las causas de que nos suceda este fenómeno? Desde la educación que hemos recibido, el modelo sociocultural que hemos mamado desde el nacimiento y nuestras vivencias particulares se ha conformado en nuestra cabeza una concepción del mundo y de nuestras posibilidades que en muchas ocasiones nos limita para crecer como personas.
¿Podemos cambiar?
Cuando intentamos hacer algo, desde empezar a estudiar aquéllo que nos gustaría, hablar con la persona que nos atrae o iniciar el proyecto vital que queramos la posibilidad de fracasar existe, hay que asumirlo. Siempre existe una probabilidad de éxito y una probabilidad de fracaso, siempre hay variables que no podemos controlar (por supuesto no lo podemos controlar todo) pero lo que si podemos controlar es lo que fracasar supone para nosotros. Debemos cambiar la concepción catastrofista de perder. Los errores deben ayudarnos a aprender de ellos, a crecer, a mejorar y a continuar adelante, en ningún caso hundirnos y destrozar nuestra autoestima.
Si no lo intentamos no perdemos pero tampoco ganamos nada,
Todos somos personas particulares con nuestras propias vidas y problemas, y cada situación está configurada por sus características concretas y debe tratarse de forma específica pero el primer paso que deberíamos hacer todos es afrontar el miedo a perder, pues es un factor clave que nos limita para avanzar.
Cojamos el timón de nuestras vidas con seguridad y avancemos hacia dónde nos propongamos.
El video «Tu zona de confort» explica muy bien lo que os he resumido en este post, para verlo tenéis que clicar en el enlace de abajo:
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